Mensaje de la cumbre de los primados de las Iglesias ortodoxas de Oriente Medio

04.01.2012 22:53

Los primados de las Iglesias Ortodoxas de los primeros tiempos cristianos, situados en territorios canónicos del Oriente Medio, han cerrado la cumbre que ha tenido lugar en Fanar, sede del patriarcado ecuménico, a estambul (antigua Constantinopla), durante los dias 1-3 de septiembre de este año 2011,con un mensaje de paz y esperanza. En el orden del día de las sesiones se encontraba la crisis  política y social que sacude desde hace unos meses, no pocos lugares de la región con los peligros que comporta para la vida de las comuniades cristianas, muy debilitadas a causa del crecimiento de sentimientos identitarios  de fuerte carga violenta. El mensaje expresa la preocupación de las Iglesias ortodoxas ante la situación de Oriente Medio. Reclama de los responsables religiosos y políticos de la región, como también de todo el mundo, respeto para las libertades y derechos de los pueblos y de las personas como , así mismo, para el medio ambiente.

Los primados  de los antiguos patriarcados ortodoxos y de la venerable Iglesia autocéfala de Chipre a la plenitud de sus Iglesias y a todos los hombres de buena voluntad.

Siempre damos gracias a Dios por todos vosotros y os tenemos presentes en nuestras oraciones. Continuamente recordamos delante de Dios, nuestro Padre, vuestra fe activa, vuestro amor incansable y vuestra esperanza constante en nuestro Señor Jesucristo (1Te 1,2-3).

 

Invitados por la palabra el apostol Pablo, según la cual " cuando un miembro sufre, todos los demás sufren con él, y cuando un miembro recibe honra, todos los demás se alegran con él" (1 Co 12,26), nos hemos reunido en la sede histórica del patriarcado ecuménico, convocados y presididos por el primero en rango  entre nosotros, por tal de vivir y manifestar el amor de Cristo que nos anima (2Co 5,14) en todo tiempo y más particularmente en tiempo de prueba i sufrimiento.

                                                                               Las raizes cristianas de Oriente Medio.

 

Nosotros, a quien ha sido confiada la responsabilidad de dirección y de acción pastoral de las
Iglesias históricamente más antiguas, fundadas por los apóstoles de Cristo y reconocidas
autocéfalas por concilios ecuménicos de la Iglesia una e indivisa, nos hemos reunido aquí a fin de
retomar la antigua costumbre de estos reencuentros y tener un cambio de opiniones, en el amor y el
mutuo sostenimiento, a la vista de los recientes acontecimientos sobrevenidos en territorios de las
zonas geográficas donde ha querido la Providencia divina de hacer crecer nuestras Iglesias
desde los tiempos más alejados.
La Iglesia de Cristo, como realidad histórica, nació, por voluntad de la divina Providencia, en la
región llamada Oriente Medio. Su fundador y su fundamento, nuestro Señor Jesucristo,
Nació en la carne en Belén de Judea (Mt 2,1). Es en esta tierra que ha escogido sus doce
discípulos y apóstoles dándoles de entrada el mandato de predicar su Evangelio en
esta región (Mt 10,6) donde él, después, ha sufrido y ha resucitado y donde se ha establecido la primera
Iglesia, la de Jerusalén, desde donde sus apóstoles han llevado su enseñanza "a todos los
pueblos "(Mt 28,19). Es en esta región que los primeros grandes centros cristianos - las Iglesias
de Alejandría, de Antioquía, de Jerusalén y de Chipre - han sido fundadas, han prosperado y, en
su conjunto, se ha constituido la Iglesia una e indivisa.

 

El futuro de los cristianos de Oriente amenazado


Es en estas tierras que la Iglesia de Cristo, y más en particular la santa Iglesia ortodoxa, tiene
sus raíces más profundas. Estas regiones han sido santificadas por la sangre de los
mártires, que han muerto por la defensa de la fe ortodoxa, y por las lágrimas de los santos y
venerables Padres que se han significado por su ascesis. Nadie tiene el derecho moral de ignorar
esta realidad, los poderes de este mundo, quienquiera que sean, deben tenerla presente
respetuosamente. Los cristianos de las Iglesias ortodoxas de Oriente Medio viven en esta

región hace siglos; ninguna "limpieza étnica" o "purga religiosa" no puede quitar o entorpecer la
 libre existencia o actividad sin pisar los derechos humanos más elementales.
De conformidad con el principio bíblico según el cual "es del Señor es la tierra y todo lo que se
mueve "(Sal 24,1), la Iglesia ortodoxa nunca ha impedido las personas de otras convicciones
religiosas de coexistir pacíficamente con ella en esta región. Incluso cuando la tierra donde ella
vivía de siglos hasta ahora ha sido conquistada militarmente por otras religiones, la Iglesia ortodoxa
ha encontrado los medios para adaptarse y coexistir de manera pacífica con los fieles de estas
religiones. La intolerancia religiosa no ha sido nunca una característica de la ortodoxia.
Desgraciadamente en este tiempo nuestro miedo del otro, de quien es diferente, crece y se
intensifica. Los cristianos, muy particularmente quienes viven en estos territorios de Oriente
Medio corren el peligro de ser víctimas de esta situación. En muchos casos, los cristianos son
tenidos como ciudadanos de "segunda categoría". En otros, sus lugares de culto entre los
que hay monumentos históricos y culturales importantes, son profanados y hasta destruidos. se les
imponen restricciones tanto en lo concerniente a las celebraciones litúrgicas como la formación
pastoral del clero. Añadamos a esto actos de violencia periódicos contra las comunidades
cristianas con el asesinato de algunos de sus miembros por fanáticos procedentes de las filas de
círculos religiosos extremistas. Bien entendido, como es de suponer, que los cristianos sea donde sea
que se encuentren, tienen la obligación de respetar los lugares de culto de las otras comunidades
confesionales.

Intensificar el diálogo de la reconciliación



No tenemos miedo de los demás sea cual sea la fe que profesan. Los
damos nuestra bienvenida como hermanos y esperamos de ellos la misma actitud.
Simultáneamente, sin parar, exigiremos la protección a la que tenemos derecho de parte de los estados donde
vivimos. Es aquí, estamos convencidos, donde se encuentra la solución a los problemas que tan sufre Oriente
Medio, como, por otra parte, el resto del mundo.
Es por eso que necesitamos intensificar el diálogo de la reconciliación tanto a nivel intercristiano como
interreligioso. El patriarcado ecuménico lleva a cabo desde muchos años  en este sentido un
diálogo interreligioso con otras tradiciones monoteístas en aplicación de la 3 ª consulta
panortodoxa preconciliar (1986). Manifestamos al respecto nuestra aprobación y nuestro apoyo
a esta iniciativa, muy particularmente en estos tiempos tan difíciles, cuando la violencia
sacude la región donde precisamente resonó por primera vez el precepto del amor y el mensaje
de la paz.
Comprendemos el deseo de los pueblos que piden la libertad política
y la defensa de los derechos del hombre
Nos dirigimos a los dirigentes políticos y religiosos de Oriente Medio y de todo el mundo para que se
creen los principios y las condiciones para la coexistencia pacífica entre los creyentes de diferentes tradiciones religiosas. Al mismo tiempo, nos declaramos solidarios con quienes sufren
discriminación, violencia o persecución. Nos unimos con sentimientos de compasión con los sufrimientos de
los hermanos sometidos a los embates de la violencia, los sufrimientos de las víctimas inocentes
golpeadas por conflictos armados, los sufrimientos de multitudes de hombres y mujeres obligados a
abandonar el propio hogar y emprender el camino amargo del exilio. Comprendemos el deseo de los
pueblos que piden la libertad política y la defensa de los derechos del hombre y dirigimos un llamamiento
los gobiernos a aportar sin retraso seguridad y garantías absolutas para que estos derechos sean respetados.

La Iglesia no interfiere en asuntos políticos, da "al César lo que es del César, y a Dios lo que es
de Dios "(Mt 22,21). La política, como medio para resolver los problemas de los seres humanos,
forma parte de una esfera que no es la de la Iglesia. Pero la Iglesia no puede ser indiferente 
delante de los problemas y los principios fundamentales, antropológicos y sociológicos que
aplican para regularlos, sobre todo cuando estos problemas amenazan o ponen en peligro la
dignidad y la libertad de las personas humanas como "imágenes de Dios" (Gn 1,26) o como
creación calificada "muy buena" por Dios mismo (Gn 1,31).
Adoptar una "Carta ecológica del Mediterráneo"
El último punto que queremos evocar concierne a la protección del medio natural, la importancia del
que o no es suficientemente valorada o es considerada, bajo la presión de los problemas políticos, sociales y
económicos actuales de la región de Oriente Medio, como secundaria, una percepción falsa y
peligrosa.
La destrucción del medio natural reduciría a la nada todos los éxitos económicos y sociales alcanzados
gracias a cambios políticos a propósito de los cuales hoy se suda sangre en combates muy duros. Es por
eso que hemos decidido aceptar la propuesta hecha por el patriarca ecuménico, de preparar y celebrar

en un futuro próximo, un encuentro de responsables religiosos de la región para poner a punto y
adoptar una variante ecológica de la "Carta del Mediterráneo". Así la Iglesia ortodoxa
cumplirá no sólo con el deber que tiene en lo concerniente al mundo creado por Dios, sino que
también aportará su contribución a la coexistencia pacífica y la colaboración de las religiones
en esta región hoy punzada por los conflictos.
Queridos hermanos e hijos en el Señor!

"Incluso en las tribulaciones encontramos motivo de gloriarnos, porque sabemos que la tribulación
engendra paciencia, la paciencia, virtud probada, la virtud probada, esperanza. Y la esperanza no
engaña, porque Dios, dándonos el Espíritu Santo, ha derramado en nuestros corazones su
amor "(Rm5 0,3-5).
Nuestro espíritu y nuestro corazón son hoy con los que sufren
Nuestro espíritu y nuestro corazón son hoy con los que sufren pesadamente en los territorios de
nuestras Iglesias, con los privados de libertad y los derechos religiosos en todo el mundo y en
particular en Oriente Medio. Nosotros, responsables religiosos, sea cual sea nuestra
pertenencia confesional, tenemos el deber de favorecer con todas nuestras fuerzas la convivencia
pacífica de las comunidades religiosas de Oriente Medio. Una región que puede y debe ser zona de paz
y amistad entre todos los pueblos.
Con este llamamiento a todos los hombres de buena voluntad, desde este centro de la ortodoxia, os
abrazamos y os bendecimos todos con amor.  

(artículo publicado por oikumene núm.89; revista del Centro Ecuménico de Cataluña)